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żUna guerra entre LEONES dirigida por BURROS?: ĦLa Gran Guerra!
Contributor(s): Paradela, Luciana D. (Author), Hernandez, Carlos G. (Author)

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ISBN: 1974107485     ISBN-13: 9781974107483
Publisher: Createspace Independent Publishing Platform
OUR PRICE: $9.41  

Binding Type: Paperback
Language: Spanish
Published: July 2017
Qty:
Additional Information
BISAC Categories:
- History | Europe - Germany
Physical Information: 0.53" H x 5.98" W x 9.02" L (0.75 lbs) 250 pages
Themes:
- Cultural Region - Germany
 
Descriptions, Reviews, Etc.
Publisher Description:
El 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Bosnia, en un atentado perpetrado por un nacionalista serbio, mor a asesinado, junto con su esposa, el archiduque Francisco Fernando, pr ncipe heredero de la corona austro-h ngara. Un mes m s tarde, el doble asesinato de Sarajevo, que en un principio fue recibido con indiferencia, precipitaba a Europa en uno de los conflictos m s terribles que haya conocido la humanidad: la Primera guerra Mundial. Una tr gica guerra que ocasion millones de muertos, heridos y mutilados, adem s de enormes sufrimientos y convulsiones, hasta ese momento, inimaginables. La Gran Guerra provocar a una cadena de importantes acontecimientos hist ricos: la revoluci n rusa, la desaparici n del imperio austro-h ngaro, la ca da de la Alemania imperial, la desaparici n del Imperio Otomano, el desmembramiento completo de Europa central, y la configuraci n de un nuevo mapa europeo. Sus consecuencias posteriores fueron el auge del nacionalsocialismo alem n en 1933, y con l, la Segunda Guerra Mundial. Tambi n represent la desaparici n de una forma de ser de la civilizaci n europea y una ruptura general del mundo conocido hasta aquel entonces, y el surgimiento de un mundo nuevo, con nuevas visiones, con nuevos problemas. Aunque la Gran Guerra tuviera como detonante los asesinatos del pr ncipe Francisco Fernando y de su esposa, su puesta en escena ya hab a sido decidida mucho antes del 28 de junio de 1914. Hab a muchos motivos de fondo: las ambiciones antag nicas de las potencias europeas sobre las posesiones coloniales, las ansias de beneficios de la gran industria, el endiosamiento de los oficiales militares, el narcisismo de los reyes-soldados, la fuerza emocional del nacionalismo moderno, la disciplina y la capacidad de movilizaci n de los ej rcitos industriales y el sometimiento de los medios de comunicaci n de la poca a los deseos de los gobernantes, fueron algunos de tales motivos. Lamentablemente no fueron los nicos. La Gran Guerra demostr , ampliamente, que las potencias imperiales europeas, junto con los Estados Unidos y Jap n, adem s de otras naciones, fueron -y a n son-, capaces de llevar al mundo a la cat strofe, s lo para defender las cuotas de ganancias que el colonialismo imperialista les hab a permitido conseguir en un lapso de tiempo bastante corto, y el crecimiento capitalista que stas representan en t rminos de fuerza de trabajo, materias primas y control estrat gico internacional de los mercados de consumo. El imperialismo con colonias es nada sino le abre el camino a un imperialismo sin colonias, donde el sistema econ mico haga de las suyas de forma antojadiza y sin l mites. Cuando estall la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914, la inmensa mayor a de la gente com n se crey las mentiras de sus respectivos gobiernos, a saber: que la guerra se libraba en su inter s y que la victoria traer a una vida mejor para todos. Pero al transcurrir los meses y estancarse la guerra, comienza a cundir la desesperaci n y la ansiedad entre los combatientes y la poblaci n afectada por la guerra. Tanto en las filas de las potencias centrales, como en las de la Triple Entente, los requerimientos imperiales y profundamente clasistas, se mantuvieron intactos, como si la Revoluci n Francesa no hubiese valido de nada. De hecho, al soldado raso se le consideraba casi sub-humano. Mientras los oficiales medios ten an barracas, oficinas y hasta cuartos empapelados en las trincheras, la mayor parte de la soldadesca chapaleaba en el fango, muchas veces con el agua hasta las rodillas, ten a que soportar el hedor de las heces, de la sangre y de carne descompuesta proveniente de los cad veres de sus propios compa eros, todo eso mezclado con la tierra y el barro. Todo, en medio de una asombrosa mezcla de enfermedades como producto de la convivencia con las ratas, los piojos y la falta de aseo. Muchas de esas mismas enfermedades eran el producto de la guerra y de las at
 
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